Rehabilitación de la Estación Central de Autobuses de Alicante (1943-1947) para Espacio Séneca (2013-2017)

Abstract

La Estación Central de Autobuses de Alicante, obra del arquitecto Félix de Azúa Gruart entre 1943 y 1947, se emplazó en el ensanche de la ciudad: su proyecto resolvía toda una manzana al colmatarla con cuatro bloques residenciales. Esta dotación estaba conformada por un edificio destinado a viajeros y una explanada para los autocares. El inmueble define un volumen en planta de U que circunda un vestíbulo de unos 500 m2 y 9,00 m de altura bañado por la luz de las ventanas horizontales y de los paveses de vidrio de su bóveda rebajada. En un lateral de este vacío se disponían los cubículos -con bajo y altillo- de las compañías, el cual estaba rodeado de los servicios necesarios para los usuarios. Del otro lado estaba la explanada distribuida con cuatro viales rodados paralelos al propio hall y equipados con tres pérgolas en T, de las que ha sobrevivido una. Andenes y vestíbulo se conectaban mediante una galería soterrada y cuatro pares simétricos de escaleras, separando los recorridos de las personas del tránsito mecánico. La Estación de Autobuses se vincula con la arquitectura moderna de las infraestructuras, aunque acusase molduras por las directrices de la autarquía. Destacaba por la lógica de su estructura vista de hormigón armado, su generoso y luminoso hall, su túnel para peatones y las marquesinas de protección. Estas singularidades han hecho que el inmueble sea considerado bien de relevancia local en el catálogo municipal y que figure en el registro general de DoCoMoMo-Ibérico, pero no han impedido su obsolescencia. La Estación fue clausurada en 2011 a la vez que se demolían los bloques sociales por su ruina. A partir de entonces se planteó su rehabilitación -practicada entre 2013 y 2017- para Espacio Cultural Séneca, cuyo proyecto expandía el vestíbulo al sumar, a su amplio y fluido interior, los recintos de las oficinas: el espacio resultante, atravesado por los pilares exentos de perfil inclinado, incrementa su superficie, diafanidad y claridad, haciéndolo más amplio que en origen. Tras la intervención, el hall se extiende visualmente hacia los andenes —convertidos en una plaza ajardinada— al sustituir el anciano cerramiento por grandes carpinterías con vidrio transparente, logrando un lugar más moderno que aquel de posguerra ideado en un adverso clima cultural. La reutilización ha supuesto una serie de mejoras (servicios e instalaciones) que respetan la autenticidad formal, pero no tanto la de su sustancia, ya que no es posible aplicar a estas obras —que pretenden vivir en un presente continuo— los axiomas del restauro scientifico y del crítico que diferencian las actuaciones, bien en la forma, bien en la materia. La comunicación detalla el nuevo programa y los elementos introducidos para los actuales requerimientos y, además, se abordan las limitaciones que presentan los cambios de uso en el patrimonio, así como la cuestión de las partes suprimidas en el proceso: la verja de cierre y el paso subterráneo. Un último asunto a reflexionar es la hipotética reconstrucción de las dos pérgolas derribadas.